Prevención de incendios, la clave de su extinción
El nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (PNUMA) y de GRID-Arendal, ha puesto el foco en la necesidad de destinar correctamente las inversiones atribuidas a los incendios forestales de forma que, dos tercios de la financiación se destine a la prevención y preparación, y el resto del cómputo se asuma en términos de reacción. Se trata de un cambio radical ya que actualmente, dicen, el grueso del capital trata de paliar las consecuencias a posteriori.
El título del informe ya indica de forma muy clara el grave mensaje que quieren transmitir: Propagándose como un incendio forestal: la creciente amenaza de incendios excepcionales en paisajes.
“El número de incendios forestales aumentará un 50% en 2100 y los gobiernos no están preparados”. Con esta advertencia, Naciones Unidas avisa de la creciente amenaza a la que estamos expuestos al mismo tiempo que insta a revalorar los protocolos de actuación frente a los incendios y lo hacen con una propuesta que apunta a la anticipación. «Tenemos que minimizar el riesgo de incendios forestales extremos estando mejor preparados: invertir más en la reducción del riesgo de incendios, trabajar con las comunidades locales y reforzar el compromiso global de lucha contra el cambio climático», dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.
La degradación de los suelos, las cuencas hidrográficas, las forestaciones o la pérdida de biodiversidad son las consecuencias más visibles e impactantes de los incendios pero, al mismo tiempo, juegan como factores estimulantes de los fuegos creando un “círculo vicioso” entre cambio climático e incendios forestales.
Los grandes incendios además de destructores del terreno, son emisores de millones de toneladas de C02 directamente a la atmósfera de forma que incrementan la contaminación, la emisión de gases de efecto invernadero y, en definitiva, el cambio climático. Un circuito que se retroalimenta y que supone un creciente desafío a nivel mundial, de ahí, que las alianzas multistakeholders, como indica el ODS17, ‘Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible’, sean una de las claves para poder abordar este reto. Sin la cooperación entre los diferentes sectores, la participación de la ciencia y la investigación como guía de la anticipación y el compromiso de todos; la mitigación de los incendios forestales y sus severas consecuencias no podrán paliarse con la efectividad que requieren.
Consecuencias, las de los grandes fuegos, muy visibles en el presente, pero más impactantes en el futuro. Debemos, como indica la ONU, anticiparnos a los riesgos que suponen los incendios para evitar que se conviertan en fenómenos crónicos que afecten a la salud del Planeta y a la salud de la población.
Nos encontramos ante un riesgo que, a causa del cambio climático, aumenta su potencial destructivo por encontrarse con terrenos más secos y deforestados, con temperaturas más altas y con menos recursos naturales que actúen de freno natural para el fuego.
“Los ODS solo se pueden conseguir con asociaciones mundiales sólidas y cooperación” indica el ODS17, y frenar los incendios y su consecuente relación con el cambio climático también es cosa de todos.
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