Sin hielo en el Ártico en 2050
- El deshielo del Océano Ártico podría afectar al hábitat de las especies de animales de la zona y al aumento de temperatura en Europa y América.
- Las emisiones del carbono orgánico que contienen estas cuencas hidrográficas incrementarían la producción de gases de efecto invernadero.
Los expertos avisan: el Ártico podría permanecer sin hielo en los meses cálidos en 2050. Según los últimos estudios publicados por la revista Nature Communications, independientemente de los niveles de emisión de gases de efecto invernadero, este deshielo estaría aún más cerca y, según los cálculos
científicos, el hielo del Océano Ártico podría desaparecer por primera vez a finales de agosto o principios de septiembre de aquí a 2030.
Esta evolución modificaría el Ártico tal y como lo conocemos de forma significativa, pero no solo cambiando el paisaje de la zona, sino las condiciones medioambientales autóctonas. El hielo juega un papel esencial en la climatología de la zona por diferentes factores: sirve de protección y de hábitat
para especies que allí viven como pingüinos, focas y osos polares -del que ya hay avisos de peligro de extinción-; que podrían verse amenazadas por otras invasoras naturales de aguas más cálidas, las cuales podrían transformar el ecosistema de la zona. También, como es conocido, el deshielo influye en la
subida del nivel del mar y en las corrientes de agua oceánicas. Estudios científicos han demostrado que la corriente del Océano Atlántico se ha ralentizado en las últimas dos décadas, próxima a alcanzar el un punto de inflexión peligroso a medida que la temperatura de la Tierra aumenta y los glaciares y las capas de hielo se derriten. El cruce e intercambio de aguas entre la corriente atlántica y la corriente del Golfo son los causantes del trasvase de agua más cálida y fría en el planeta. Ahora, si demasiada agua dulce proveniente de los glaciares diluye la salinidad del agua, puede provocar el freno de esas corrientes y, como ha probado la comunidad científica, recibir menos calor, enfriando en varios grados América y Europa, con las evidentes consecuencias climáticas que eso tendría.
De igual forma, las cuencas hidrográficas del Ártico están compuestas por permafrost, cuyo deshielo podría hacer que los ríos existentes se expandan y se formen otros nuevos, alimentando el ciclo del cambio climático. La superficie helada puede contener grandes cantidades de carbono orgánico, lo que
aumentaría la producción de gases de efecto invernadero. Según señalan varios estudios, podrían generar emisiones equivalentes a las producidas por 35 millones de vehículos en un año.
Cambios más profundos pueden ser la ralentización de la rotación de la Tierra, que afecta al Tiempo Universal Coordinado, necesario para los mercados, la red de internet o las comunicaciones actuales.
Un proceso acelerado por la acción humana
A pesar de que el deshielo es un proceso natural, ya que la Tierra ha tenido épocas de glaciación y de calentamiento, el problema va mucho más allá. Este derretimiento de los polos se está produciendo mucho más deprisa de lo normal, debido a la huella de la actividad humana, la cual acelera el calentamiento global. Por ello, la comunidad científica señala que el ciclo de deshielo actual no se da totalmente de forma natural y, por ello, se convierte en un problema grave y urgente para quienes habitamos este planeta. Un estudio publicado por la revista Atmospheric Research aseguró que la capa
de hielo en el Ártico ha retrocedido a un ritmo de unos 70.000 kilómetros cuadrados por año, lo que equivale a un 6,5 % por década.
Los cambios de temperatura, nivel del mar y precipitaciones afectarán gravemente a nuestro día a día, por lo que en este momento se convierte en necesario buscar, a través de alianzas y la colaboración público-privada, soluciones en las que todos juntos colaboremos.
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